Escrito por: Christian Camilo Corrales
A finales de junio de este año, luego de varios años y de muchos intentos fallidos, se aprobó en el congreso de la República el proyecto de ley 347 de 2020, que se ha dado a conocer en la opinión pública como la “ley de comida chatarra”, por medio de esta ley se “adoptan medidas para fomentar entornos saludables y prevenir enfermedades no transmisibles” para todos los alimentos que sean comercializados en Colombia, sean fabricados o no en el territorio nacional.
Esta ley garantizará al consumidor acceder de forma clara, veraz, oportuna, visible, idónea y suficiente sobre los componentes de los productos alimenticios y así promover hábitos de vida saludables, lo cual se verá reflejado en la publicación visible y frontal de alto impacto en ciertos productos cuyo mensaje advertirá sobre los contenidos excesivos de sal, azúcar, grasas saturadas y otros ingredientes. Dicha información debe estar basada en evidencia científica disponible y libre de cualquier tipo de conflicto de intereses. Se tiene conocimiento de que actualmente existen tablas nutricionales al respaldo de estos productos cuya información no suele ser revisada y/o comprendida por el consumidor final, como por ejemplo, menores de edad.
Para la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se trata de productos comestibles que contienen pocos alimentos enteros o ninguno, tienen alto contenido calórico y bajo valor nutricional, se caracterizan por ser grasos, salados o azucarados y son bajos en fibra alimentaria, proteínas y diversos micronutrientes.
Por ejemplo, en ese grupo está las papas fritas, helados, chocolates y caramelos; panes empaquetados, tortas empaquetadas; cereales endulzados para el desayuno; barras; mermeladas; bebidas gaseosas, energizantes; azucaradas con jugo o zumo de fruta; bebidas de chocolate. También los productos ultra procesados listos para calentar o listos para comer: nuggets, sopas, pastas y postres en polvo o envasados, entre otros”.
La comida también puede clasificarse por su naturaleza, su finalidad y su grado de procesamiento. Por lo tanto se pueden identificar como:
1. Alimentos sin procesar o mínimamente procesados
2. Ingredientes culinarios procesados
3. Alimentos procesados
4. Productos ultraprocesados.
En este sentido, la ley de comida chatarra también promoverá el diseño de herramientas pedagógicas informativas, preventivas y generadoras de hábitos saludables como la actividad física frecuente y la alimentación balanceada. Así mismo, el impacto de esta ley llegará a los espacios educativos propiciando entornos saludables, en el marco del Plan Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional.
Lo anterior busca generar una percepción más amplia de la sociedad frene a las bebidas y comestibles ultra-procesados, que diariamente aparecen en los medios de comunicación mediante campañas publicitarias que exponen las virtudes de dichos comestibles, haciendo mención a vitaminas y minerales que contiene el producto, pero obviando el alto contenido en edulcorantes, conservantes y otros aditivos.
Si bien la asociación Red PaPaz, impulsora de la campaña “No comas más mentiras” menciona que dichas campañas son un gancho “para nuestras hijas e hijos y muchas veces nos hacen creer que son ideales para ellos o incluso iguales o mejores que los alimentos naturales y reales” estas campañas también apuntan a adultos que buscan opciones de bebidas con ingredientes naturales y “menos azúcar que una bebida gaseosa” o a padres de familia que quieren brindar la mejor alimentación para el desarrollo de sus bebes, los desayunos más nutritivos “para empezar bien el día” y las loncheras más alimenticias para sus hijos en edad escolar.
Karl Mutter, socio de CMS Rodríguez-Azuero, director de las áreas de Propiedad Intelectual y Derecho Sanitario y Farmacéutico, señala que “la resolución del Ministerio de Salud tiene un plazo de entrada en vigencia de 18 meses. La Ley de etiquetado tendrá, o debería tener, un plazo razonable para que la industria se adapte”.
En otras palabras, la “slow law nation” no alcanzará a la “fast food nation” en el corto plazo.
Señala también que, en la práctica, no puede probarse de manera fehaciente la efectividad de esta iniciativa a juzgar por las experiencias de otros países que ya cuentan con esta regulación. “Lo que sí creo que es clave, es el foco es la información al consumidor, que se establezcan campañas de educación para que cada persona tenga herramientas al momento de tomar decisiones de consumo” resalta el experto. Otros productos de consumo como los cigarrillos y bebidas alcohólicas ya tienen leyes que advierten sobre sus efectos en la salud y obligan a exponer las consecuencias de su consumo excesivo.
La discusión sobre los resultados de estas leyes puede variar según la opinión de cada ciudadano, pero también permite la oportunidad de aportar nuevos elementos de valor a la conversación sobre lo que entendemos como alimento y como comestible.
Con información de:
https://www.nocomasmasmentiras.org/
https://aprendiendoaserpapaz.redpapaz.org/wp-content/uploads/2018/08/Que_es_comida_chatarra.pdf
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